
Como veterano de más de 60 años, he vivido en carne propia el peso de las secuelas que la guerra deja en quienes sirvieron a su país. En mi caso, el trastorno de estrés postraumático (PTSD) y otras condiciones han sido compañeros no deseados en mi vida. A lo largo de los años, he buscado alivio en un mar de medicamentos recetados, pero la verdadera respuesta llegó de una fuente que muchos aún consideran controvertida: el cannabis.
Desafortunadamente, la narrativa que rodea al cannabis está dominada por la FDA, las grandes compañías farmacéuticas y la DEA, quienes parecen tener más interés en proteger sus propios intereses que en atender las necesidades de quienes realmente sufren. La omisión de testimonios de pacientes, especialmente de veteranos como yo, es una falta grave que no podemos permitir que continúe. Es imperativo que nuestras voces sean escuchadas, que se reconozca el alivio que hemos encontrado en el cannabis y que se valore nuestra experiencia.
El cannabis no es solo una planta; para muchos de nosotros, es una herramienta vital que ha ofrecido alivio donde los medicamentos tradicionales han fracasado. La lucha contra la epidemia de opioides y los alarmantes índices de suicidio entre veteranos no puede ignorar los beneficios que esta planta puede ofrecer. Necesitamos que más personas conozcan nuestras historias, que se entiendan los efectos positivos que el cannabis ha tenido en nuestras vidas.
Los defensores del cannabis a nivel global deben unirse y continuar promoviendo los beneficios del cannabis a través de entrevistas y testimonios. Cada historia compartida es un paso hacia la concienciación, un ladrillo en la construcción de un futuro donde el cannabis sea visto no como un enemigo, sino como un aliado en la búsqueda de bienestar. Es hora de que el mundo escuche a quienes hemos encontrado alivio en esta planta, porque nuestras vidas dependen de ello.
Es fundamental que sigamos alzando nuestras voces, compartiendo nuestras experiencias y demandando un cambio en la narrativa. No podemos permitir que la falta de representación de pacientes como nosotros siga perpetuando el estigma que rodea al cannabis. La salud y el bienestar de millones de personas en todo el mundo están en juego, y es nuestra responsabilidad luchar por un futuro donde todos tengan acceso a las opciones que les brinden alivio.
Así que, a todos los que lean esto: escuchen nuestras historias, apoyen la causa y ayuden a romper el silencio que ha durado demasiado tiempo. Juntos, podemos construir un camino hacia un futuro más comprensivo y compasivo. El cannabis ha sido un faro de esperanza para mí, y creo firmemente que puede serlo para muchos más.

Juan Alicea
Veterano
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